Para considerar cómo podemos alcanzar a una generación perdida de jóvenes, es importante examinar nuestras presunciones. La presunción falsa que usualmente provoca esta pregunta es que el ministerio de jóvenes sistemático y segregado por edad, como lo describe este libro, es en verdad efectivo para alcanzar a la juventud perdida. La gente que mantiene esta presunción usualmente cree que hay dos maneras de atraer a una generación perdida: una manera efectiva, es decir, ministerio de jóvenes segregado por edad; y una manera inefectiva, a través de la obediencia de individuos y la ministración a familias e iglesias ordenadas bíblicamente. Esta presunción afirma, falsamente, que si la iglesia reúne a todas las generaciones juntas, no va a ser efectiva en alcanzar a la generación que se está levantando.
Es importante partir desde presunciones y prácticas bíblicas. El principio central que debemos abrazar es que siempre tendremos los mejores resultados alcanzando a los jóvenes cuando obedezcamos los mandamientos bíblicos y honremos los principio bíblicos explícitos. Si somos fieles en obedecer los mandamientos bíblicos, tanto en la iglesia como en el hogar, en vivir la gran comisión, y en dedicar nuestras vidas a ser “atalayas” (Ezequiel 33:6-7), estaremos viviendo un estilo de vida de fidelidad bíblica que será efectiva para alcanzar a la generación perdida. En este sentido, fidelidad para con la palabra de Dios es el verdadero éxito. Si podemos estar de acuerdo en este principio, entonces podemos pasar a debatir cuáles métodos son bíblicos y cuáles no.
¿Dónde Está Esta Generación Perdida?
Debemos ser cuidadosos de identificar precisamente dónde están estos jóvenes perdidos. Esta generación que no está evangelizada puede ser encontrada en dos lugares: dentro de la iglesia y fuera de la iglesia.
No debemos olvidar que muchos de los que pertenecen a las generaciones perdidas de hoy en día están en familias de la iglesia. Están perdidos en sus pecados y permanecen inconversos hasta que Dios los regenere, se arrepientan y crean en el evangelio.
Por otro lado, los jóvenes perdidos fuera de la iglesia pueden no tener padres cristianos. Talvez no tengan un papá que los esté criando en la “disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4), o que estén envueltos en ninguna iglesia. Están dispersos en las vecindades, apartamentos, lugares de trabajos, cafeterías y otros lugares. Las Escrituras nos muestran por lo menos cuatro maneras importantes a través de las cuales podemos atraer a una generación perdida.
Primero, tenemos que seguir el patrón ministerial de Cristo y los apóstoles, el cual es el mejor patrón a seguir para alcanzar a cualquier subgrupo. El Señor Jesús ministraba a la gente que iba pasando. Para alcanzar al perdido, tenemos que vivir como Cristo vivió y aprovechar las oportunidades que Dios nos da. Vemos el mismo patrón con los apóstoles. Ellos ministraban a la gente en las calles, en las sinagogas y de casa en casa. Dondequiera que estuviesen, ellos nunca se recataron de transmitir el mensaje del evangelio.
Segundo, debemos estar involucrados en cumplir la Gran Comisión. Esta es la responsabilidad de cada cristiano. En Mateo 28:18-20, Jesucristo encargó a los creyentes a “ir y hacer discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” Los creyentes también son mandados a predicar el evangelio a todos los hombres, “a tiempo y fuera de tiempo” (2 Timoteo 4:2). Este ministerio personal es crítico para el discipulado de jóvenes.
Tercero, papás deben tomar responsabilidad de los que no tienen papá. Dios le dio la responsabilidad de cuidar huérfanos a padres. Necesitamos más hombres como Job quien se responsabilidó por una generación perdida. Los huérfanos estaban en su casa y en su mesa (Job 31:16-22). Santiago dice que esta es “religión pura y sin mácula” (Santiago 1:27). Ningún programa nuevo necesita ser creado para cuidar de los huérfanos. Dios ya nos ha dicho cómo alcanzarlos.
Cuarto, necesitamos tener hogares funcionando bíblicamente. Salmos 68:5-6 dice que Dios es “Padre de huérfanos y defensor de viudas. Dios hace habitar en familia a los desamparados.” Hogares abiertos pueden cumplir este propósito divino para con una generación perdida de hijos sin padres. Cuando una casa es usada para hospitalidad, aumentan las oportunidades para ministrar a una generación perdida. Dios, quien diseñó los recursos del hogar para el ministerio, ha llamado a Su pueblo a que usen esos recursos para Su gloria, no sólo para los santos, pero también para la generación perdida.
Estas maneras de alcanzar a los perdidos son todos resultados naturales de la obediencia y exponen a la generación perdida al amor de Jesús. Cuando ponemos a chicos en el grupo de jóvenes, les damos una visión distorcionada de la vida. Las Escrituras sugieren que si ponemos jóvenes con jóvenes sólo multiplicamos su necedad. Cuando segregamos a los jóvenes de las demás edades, les estamos dando compañeros, en vés de ponerlos con el resto del cuerpo de Cristo, que es lo que ellos necesitan. Iglesias con reuniones y relaciones ordenadas bíblicamente son mucho mejores alcanzando a una generación perdida que una alternativa que no refleja la estructura que Dios ordena.
¿Puedes imaginarte un subgrupo más inestable en el cual poner a los jóvenes que un grupo de compañeros? En contraste, ¿puedes imaginarte un grupo más estable y dador de vida que una iglesia que funciona bien?
Piensa el impacto que puede tener un hogar centrado en Dios en el cual el esposo y la esposa funcionan bíblicamente. Las relaciones allí representan el evangelio: los esposos amando a sus esposas como Cristo amó la Iglesia; las esposas sometiéndose a sus esposos como la Iglesia se sujeta a Cristo; y niños que aman genuinamente a Cristo, mostrando honor y obediencia a sus padres. Un hogar que está centrado en Dios es una fuerza poderosa para el evangelismo.
Dios sí nos ha dado un patrón para alcanzar a los jóvenes que no tienen padres. Es predicarles el evangelio cuando salimos a la comunidad, unirlos a familias individuales, conectarlos con diversas relaciones en el cuerpo de Cristo, y traerlos a las reuniones de la Iglesia. Para alcanzar a los perdidos efectivamente, debemos obedecer los mandatos escriturales para el evangelizmo personal, para la vida en la iglesia, y para la vida en la familia.
Para considerar cómo podemos alcanzar a una generación perdida de jóvenes, ¿tenemos que inventar algo extranjero a las Escrituras? Al contrario, debemos llegar a los perdidos y quebrantados en la misma manera que Jesús y sus apóstoles lo hicieron. Las Escrituras no sugieren que usemos un método sistemático, segregado por edad para alcanzar a los jóvenes perdidos, pero más bien un método integrado de traerlos al cuerpo de Cristo. – Tomado de Maleza en la Iglesia, 215-219.